Llega el final del año y con ella la última gran cinta que aborda hasta nuestros cines. El majestuoso y singular mundo de Tolkien vuelve a la vida de la mano de Peter Jackson.
Con esta nueva entrega volvemos a sumergirnos en el fascinante mundo de tierra media y por primera vez por esta parte del mundo con el formato de 48 fotogramas por segundo. Una nueva forma de proyectar una película que según palabras del mismísimo Cameron creador de la revolucionaria Avatar seria otro importante salto evolutivo cinematográfico.
‘El Hobbit la desolación de Smaug’ es una película que peca de excesiva en su metraje, con largos pasajes visuales que recuerdan la cadencia narrativa de Tolkien y su obsesión por hacernos vivir el fantástico universo de tierra media como un personaje más que mostrar. Pero que muchos encontraran como una simple falta de ritmo y necesidad de Jackson de exprimir un poco más a la escueta historia original. Pero a pesar de su excesiva duración la película se muestra entretenida, transformándonos a nosotros en esta segunda entrega en un intruso más en la compañía de aventureros. Con destacados nuevos escenarios y grandes añadidos a la corta novela cuasi infantil que dio vida a esta trilogía de casi nueve horas de duración. Pero justamente ya a esta altura es innegable que Peter Jackson se ha ganado con creces el respeto de los celosos seguidores de Tolkien y sus agregados como la hermosa elfa Tauriel interpretado con sumo carisma por parte de Evangeline Lilly, son muy bien recibidos por parte del publico. Eclipsando al propio Orlando Bloom quien vuelve a cumplir, al volver a dar vida al mejor personaje de su carrera, Legolas el impetuoso príncipe Silvano. Siendo un detalle que no pasara para nada de ser percibido por los fanáticos de los textos originales es la forma que se a retratado a los distintos pueblos elficos. Por un lado a los más antiguos y majestuosos Noldor de la primera entrega, a estos otros seres inmortales mucho más impetuosos y parecidos a los humanos como lo son los elfos Sílbanos.
Obviamente ‘El Hobbit’ no es ‘El señor de los anillos’ y es más que nada un gran viaje que una gigantesca guerra por salvar el mundo. Algo a tener en cuenta que a muchos agradara y a otros tantos no mucho. Pero algo que podemos agradecer dado que el cine de aventuras de hoy en día ya se ha olvidado casi completamente dejando paso a la acción mas directa. Siendo otra ventaja que al ser una segunda película no necesita perder tiempo con largas presentaciones de personajes. Pero quizás entre sus pecados pueda estar su abrupto final, al mejor estilo serie de televisión, que sorprenderá a más de uno. Como siempre he dicho desde este antro de opinión, estamos viendo una época dorada de la televisión y hasta el cine se ve afectado por su influencia.
Pero si tenemos que destacar algo como notable he inigualable en la historia del cine, es la aparición del impresionante dragón Smaug. Una criatura fantásticamente, recreada desde su poderosa y espeluznante voz, hasta su majestuosa manifestación visual. En donde cada palabra se transforma en algo importante que escuchar y muchos más significativa de observar. Además se buscó en esta segunda parte dejar atrás el giño infantil que se realizó en la primera entrega, para dejar paso a un entorno más oscuro y momentos más emotivos en su desarrollo.
Al igual que en el primer largometraje de la trilogía, Martin Freeman, Ian McKellen y Richard Armitage vuelven a demostrar que saben llevar muy bien el peso de la historia. Pero sumándose al reparto además de la ya nombrada Evangeline Lilly como Tauriel la letal capitana elfa, la incorporación de Luke Evans, como el héroe humano Bardo, o de Stephen Fry, que se pone en la piel del gobernador de Ciudad del Lago.
Al igual que en el primer largometraje de la trilogía, Martin Freeman, Ian McKellen y Richard Armitage vuelven a demostrar que saben llevar muy bien el peso de la historia. Pero sumándose al reparto además de la ya nombrada Evangeline Lilly como Tauriel la letal capitana elfa, la incorporación de Luke Evans, como el héroe humano Bardo, o de Stephen Fry, que se pone en la piel del gobernador de Ciudad del Lago.
Cine de alta velocidad.
Por primera vez en estas latitudes pudimos acceder al experimental formato de 48 fotogramas por segundo. Que como todo experimento cuenta con luces y sombras, logros y cosas por mejorar. Como rasgo negativo contamos los movimientos bruscos de los personajes, que parecen totalmente acelerados, más aun si estamos viendo animales corriendo que se muestran totalmente antinaturales. Un detalle bastante importante y necesariamente mejorable. Mientras que como punto positivo contamos con una integración mucho más fluida con el 3D, un formato que cintas como el ‘Hobbit’ y ‘Gravity’ han sabido reivindicar con creces este año. Logrando los 48 FPS eliminar uno de los mayores problemas que cuenta el cine estereoscópico, las películas demasiado oscuras. A su vez produce que los efectos especiales se amalgamen mucho mejor con la imagen real, pero como efecto secundario, al aumentar la definición se nota mucho más los decorados artificiales, el maquillaje por sobre los rostros y las orejas falsas. Algo que seguramente puede mejorarse.
Conclusión: ‘El Hobbit la desolación de Smaug’ es la excusa para perfecta para ir al cine, encontrarnos con viejos amigos y porque no conocer gente nueva. En donde la aventura vuelve a mostrarse como una realidad y nos vuelve a invitar a soñar.
Lo mejor:
- Un universo fantástico impresionante.
- Técnicamente innovadora.
- Una excelente incorporación al elenco de
Evangeline Lilly.
Lo peor:
- El movimiento acelerado.
- Una duración exagerada.
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