La polémica en torno a la ley Sopa pone de manifiesto que hay gente que busca en sitios como Cuevana el servicio que no consigue en los medios pagos.
El tema de SOPA está en el tapete hace ya un buen tiempo, y finalmente parecería que gracias a la movida pública que se armó en internet, los legisladores estadounidenses decidieron dar marcha atrás, o como dicen ellos, tomarse más tiempo para debatirlo. Como muchos otros temas, éste terminó también con un bando de malos (discográficas y estudios de cine más algunos legisladores estadounidenses, y algunas empresas como GoDaddy), versus los buenos (el público en general, Google, Yahoo, Wikipedia y hasta Cuevana).
Creo que la verdad no está toda de un lado ni del otro. Los estudios de cine tienen razón en pedir que se controle la piratería, así como Youtube tiene razón en que es una locura que lo bloqueen porque alguien subió un video.
A mi entender, el tema no es quien tiene razón, sino si la herramienta elegida -la ley SOPA y la ley PIPA que la acompaña- es apropiada o no. Los legisladores que la defendían dicen que los casos planteados son exagerados y que la ley iba a ser implementada con criterio, pero ya sabemos de leyes “bien intencionadas” que después son mal utilizadas por los animales de turno en el gobierno.
Las discográficas (RIAA), y los estudios de cine (MPAA) erraron mucho en el camino que eligieron; buscaron “la fácil”, usar el lobby para presionar a los legisladores y que “papá Estado” les resuelva el tema, en lugar de reconocer que la tecnología está revolucionando sus industrias y adaptarse a esa realidad, lo cual es mucho más trabajoso.

Por otro lado, las bandas de música se dieron cuenta de que se tenían que aggiornar y que el negocio no está más en cobrar por los discos, o esperar que AGADU les mande su cuota, sino que ahora se basa en dar conciertos en vivo. A modo de ejemplo, la banda irlandesa U2 recaudó mas de US$ 500 millones en su gira del 2011, y resulta que, paradójicamente, cuantas más personas escuchan sus canciones, aunque sea gratis, más también quieren pagar por sus conciertos.
En resumen, la tecnología cambia el mundo. Hay personas que se adaptan más rápido, mientras otros tratan de oponerse. Pero por más leyes que pongan, hay tendencias inevitables.
Confieso que uso Cuevana. Pero no lo hago para ahorrarme el cable, ya que pago como U$S 50 al mes, lo que debe ser el equivalente a U$S 5 por hora que lo miro. Ni lo uso porque sea gratis. Es más, si tuviese que pagar una suscripción mensual lo haría con gusto. Uso Cuevana porque el contenido y la experiencia de usuario es infinitamente superior a la que me da el cable; puedo elegir qué mirar entre cientos de series y películas, y además, verlas cuando quiero.
Cuando Netflix anunció su entrada a Latinoamérica me dije a mi mismo: “por fin voy a poder pagar y no sentirme un pirata”. Pero ni llegué a suscribirme al período de prueba, cuando ya era vox-populi que no tenía nada para ver. También me compre un Apple TV, y compré allí películas y series, pero por alguna razón misteriosa no tenían subtítulos, y Cuevana sí.
En resumen, queridos llorones de RIAA y MPAA, déjense de llorarle a “papá Estado” y poner leyes de “gran hermano” y hagan los cambios necesarios para que los usuarios recibamos algo que justifique pagarles. Si soy usuario del cable, y mi cable tiene HBO, ¿no sería lógico que tenga acceso a todas las series del canal para mirarlas como y cuando quiero, incluidos los capítulos de hace 3 años, sin depender de vuestro gerente de programación? Ofrézcanme ese servicio y de paso yo me voy a sentir mejor de no piratear, y se van a ahorrar el sueldo del gerente de programación, nadie lo precisa.
* Director en Globant Uruguay y socio en Prosperitas Capital Partners
Fuente diario la república de Uruguay
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